La conservación del patrimonio natural de la nación, encarnado en paisajes, ecosistemas, especies y servicios ecosistémicos, no puede reducirse a una mera declaratoria, o una suerte de noli me tangere generalizado y absoluto. Conservar implica una forma específica de manejo, y el manejo requiere necesariamente la participación de personal especializado, fuerza de trabajo, materiales y equipo, energía y bastimentos. Conservar cuesta. Irónicamente, el ejecutivo federal ha continuado decretando áreas protegidas a diestra y siniestra, y sin ton ni son, a sabiendas de que no podrá manejarlas con eficacia. Seguramente olvido a muchos otros que también se esforzaron por lograr lo que entonces parecía un sueño fantástico, pero que se hizo realidad, y se consolidó hacia fin de siglo con la creación de lo que fue la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).


Source:   La Jornada
August 07, 2024 11:02 UTC