La desmesura del triunfo también genera costos y gobernar con una oposición tan debilitada es uno de ellos. Hoy, en los hechos, para López Obrador, oposición y oficialismo conviven dentro de Morena y de los partidos que lo acompañaron, el PES y PT, pero también en la creciente confluencia de otras fuerzas, desde Movimiento Ciudadano hasta el Verde. El PRI es el que mayor disciplina ha mostrado en el proceso, pese a la magnitud de la derrota. Con un puñado de senadores y diputados, y con 12 gubernaturas bajo asedio, tendrán que tratar de organizarse como una oposición coherente frente a López Obrador. Hacer una campaña sin mayor definición que atacar a sus adversarios y sobre todo al gobierno federal, perdía sentido cuando no había mayor opositor que López Obrador.
Source: Excélsior August 22, 2018 07:30 UTC