Ese antiguo muelle –o lo que queda de él– es el primer punto de nuestro recorrido. Allí, mantiene incólume su vocación por custodiar los procesos de elaboración de pisco con la menor intervención posible de la tecnología moderna. Han resistido el paso de los siglos y de los sismos con la misma entereza que posee el pisco que allí se elabora. Caballos de paso y música criolla nos acompañan entre chilcanos, mientras Schuler explica que el Perú le vendía pisco a Chile desde antes de la Guerra del Pacífico. Esto demuestra que, aunque hemos recorrido menos de 300 kilómetros para llegar de Lima a Pisco e Ica, nuestra bebida de bandera tiene aún un largo trecho por recorrer en busca de nuevas aventuras.
Source: El Comercio April 24, 2019 16:26 UTC